jueves, 7 de abril de 2011

TEXTO NARRATIVO

ACTIVIDAD PRÁCTICA DE PREFIJOS Y SUFIJOS






1. Al final de la historia se encuentran una serie de palabras enumeradas, que debe completar con un prefijo o sufijo, según corresponda en la lectura. Cada número corresponde al espacio en blanco que se encuentra en el texto, están en orden numérico.

2. Lee el siguiente texto y completa los espacios en blanco con las palabras que completó con el sufijo o prefijo. Recuerda tener en cuenta el contexto para que quede coherente.

3. Inventa un título para el texto y explícalo. Mínimo cuatro renglones la explicación.

4. Escribe tu opinión sobre el texto. Mínimo 7 renglones





_______________________________



Los cuatro fantasmas hicieron una reunión de emergencia y decidieron llegar a un acuerdo con la intrusa. Eso era, 1.______________, lo que Paola esperaba.




Ella sacó al fantasma amarillo del recipiente y lo volvió a tapar.
Si no me das el agujero oscuro, que es por lo que he venido, les va a costar mucho trabajo festejar el próximo año. Se los obsequiaré a un tío y estoy segura de que él los irá desechando, uno por uno —dijo—, con una voz 2._____________________.




El Fantasma amarillo se rindió y le confesó que el agujero oscuro estaba en la caja rosada, que estaba en el baúl morado y que estaba en el fondo del armario.
Paola metió al fantasma amarillo en el bolsillo de su camisa y la cerró con cuidado. No permitiría más trampas.
Hizo tanto ruido al buscarla que su mamá se despertó.
¿Qué haces bailando por aquí a las cinco de la mañana, 3.______________________?
Ella respondió con una mentira:
Es que me acordé que tengo tarea de inglés y no la terminé.
Su mamá la notó rara: — ¿Qué tienes en el pecho?; mira, te brinca.
Es el corazón —mintió de nuevo— me salta por la 4._____________, pero ya voy a terminar.
Lo que 5.____________ saltaba era el pobre fantasma amarillo que estaba asustado de oír la voz de la mamá de Paola. Pero ella ni cuenta se dio y se fue a dormir 6.____________, pensando que Paola estaba cambiando y por fin se había responsabilizado de sus tareas, pero ya estaba exagerando.




Como el fantasma era tan pícaro, el agujero oscuro no estaba en la caja rosada, pero 7.____________, y después de escuchar la voz de la mamá de Paola, decidió decir la verdad. Estaba en el baúl verde, debajo del armario.
Si embargo el agujero oscuro no se parecía a los que Paola había visto antes: no era una bolsa tenebrosa, ni una especie de balón, como ella había imaginado. Era literalmente nada, una esfera grande, redonda y con un nudo en la punta.
Pero si aquí no hay nada —dijo— sorprendida y un poco 8._______________.
Asómate para que veas que esta vez sí digo la verdad.
En el momento que iba a mirar, el fantasma le 9.______________ con una voz clara y suave:
Hazlo con cuidado. Tiene un hierro magnético y te puede jalar. Si te caes allí, será muy difícil salir. El fantasma le dijo esto porque a pesar de todo la quería mucho, y además, porque él estaba atrapado en su bolsillo y si se iba por el agujero, caerían los dos.

Sin embargo ella 10.________ el nudo y miró por la abertura:
¡Es 11.___________! ¡Cuántas cosas caben en el agujero!
Allí había varios accesorios, aretes, anillos, papeles importantes, una caja de regalo llena de pintura, y un jabón de baño sin desempacar, también estaba la camisa rosada de Paola y muchas, 12._____________ cosas más.
Cuando ella terminó de sorprenderse, le hizo otra vez un nudo al agujero.
A Paola ya se le cerraban los ojos de sueño, porque ya eran las seis y media de la mañana. Dentro de una hora sonaría el despertador y su mamá bajaría a tomarse su pocillo de chocolate. Debía darse prisa. Le costó muchísimo trabajo 13.___________________ el agujero oscuro porque era un poco resbaloso y se movía mucho, pues a pesar de estar lleno de muchos objetos, no pesaba nada. Y cuando por fin lo consiguió tapar completamente, le pegó una hoja encima que decía “Me llamo Paola y estoy en este mundo para ayudar a los demás, espero que tú también lo hagas algún día”.
Dejando en libertad a los fantasmas quienes por fin comprendieron que una mentira no lleva a nada, por el contrario consigues que los demás también se vuelvan mentirosos para lograr sus objetivos, sin importar a quién le hagas daño.






1. justa________
2. amenaza_______
3. muchacha______
4. preocupa_______
5. verdadera_______
6. ____preocupada
7. final_____
8. ____ilusionada
9. ____virtió
10. ____hizo
11. _____creíble
12. mucha_____
13. _____volver

lunes, 28 de marzo de 2011

PREFIJOS Y SUFIJOS

Hay que recordar que muchas lenguas han intervenido para construir la nuestra, en especial las guerras han servido para dar estas construcciones, la influencia de Grecia y Roma con el latín, el cual sería base de la lengua castellana, de ahí se formaron nuevas palabras, por lo tanto es importante, tener claro la definición de los siguientes términos:


Los prefijos son partículas que se añaden al inicio de la raíz de la palabra para formar una nueva.

Los sufijos son partículas que se añaden al final de la raíz de la palabra para formar una nueva






Prefijo Latino _____Significado____________ Ejemplo

Ad ________Añadido___________adjunto, adherir, adverbio.

Ante_______Delante_________anteproyecto, anteponer, antesala.

Circun_____Alrededor______circunvalar, circunferencia, circunda.

Des_______Privación_______descortesía, desgracia, desventura.

Dia________A través________diámetro, diagramación, diagonal.

Demo_______Pueblo__________democracia, demócrata, demografía.

Equi_______Igual____________equivalente, equiparar, equidistante.

Extra______Fuera de__________extraordinario, extralimitar, extraoficial

Idio_______Particular, propio_______idiosincrasia, ideología, idioma.

Infra_______Debajo____________infracción, infrahumano.

Inter________Entre___________interposición, intercontinental.

Per__________A través________perforar, perdurar, percibir.

Yuxta________Junto a__________Yuxtalineal, yuxtaposición.









Sufijos Griegos________Significado___________Ejemplos


Cracia_______Poder____________Autocracia, democracia.

Dromo________Carrera__________Hipódromo, cartódromo.

Fago__________Comer___________Esófago, antropófago.

Fobia________Miedo___________Claustrofobia, aracnofobia.

Gamia_________Matrimonio_____Monogamia, poligamia.

Itis__________Inflamación_____Apendicitis, otitis.

Ivoro__________Comer__________Carnívoro, herbívoro.

Logo____________Estudio________Filólogo, teólogo.

Logia___________Tratado_________Filología, teología.

Lito______________Piedra___________Megalito.

Tomia_____________Corte___________Anatomía, traqueotomía.

Scopio_____________Observar_______Telescopio, microscopio.

Teca_______________Armario________Hemeroteca, discoteca.

Sofía______________Sabiduría_____Filosofía, teosofía


miércoles, 26 de enero de 2011

EL GUIÓN TEATRAL

GUIÓN TEATRAL


“El guión es como una maleta en la que hemos metido cuidadosamente todo aquello que luego pueda hacernos falta. Pero la maleta no es el viaje en sí. El viaje es la película que hay que hacer a continuación”. Federico Fellini
El guión teatral es un escrito que contiene una historia para ser representada por diferentes personajes.
Está compuesto por diálogos, que son la forma de expresión que se produce en una conversación entablada entre dos o más interlocutores, que deben ser dichos y actuados por esos personajes.
Además tiene acotaciones, que son instrucciones del guionista para saber que deben decir y hacer los actores.

PASOS PARA REALIZAR UN BUEN GUIÓN


1. Escribir el argumento desde el inicio hasta el final en cinco ó seis líneas, es decir el tema central.

2. Desarrollar ese argumento hasta un máximo de dos o tres páginas, es decir se realiza un resumen.

3. Partiendo del resumen, se amplía, usando más detalles y escribiendo un borrador con diálogos y acotaciones.

4. Es conveniente, en hoja aparte, escribir los datos de cada uno de los personajes: nombre, características físicas, comportamiento, forma de hablar y de actuar.

5. Luego se puede comenzar a construir las escenas o secuencias con más detalle, poniendo al principio las acotaciones que realiza el narrador.

6. Después se describe lo que sucede en cada escena, escribiendo adecuadamente los diálogos de los personajes que intervienen.

7. Por último se debe revisar todo, añadiendo o eliminando lo que se considera oportuno y determinando adecuadamente el final de la obra.

martes, 4 de enero de 2011

PROCESO DE LA COMUNICACIÓN

En el proceso de la comunicación humana intervienen:

El emisor: sujeto que produce el mensaje





Mensaje: es el contenido comunicado







Receptor: sujeto o sujetos que reciben el mensaje






Canal: medio físico que porta el mensaje

Código: la lengua común que se utiliza en el mensaje



Contexto: las circunstancias que dificultan o facilitan la comprensión del mensaje y el entendimiento comunicativo.
El acto de comunicación se produce cuando todos los factoresanteriores actúan o cumplen su misión.
La finalidad de todo acto de comunicación es establecer una comunicación recíproca.
El emisor expresa su mensaje para provocar una respuesta en el receptor.

La comunicación oral se basa en este mecanismo de estímulo-respuesta.
Ante un mensaje, el receptor expresa su respuesta: respondiendo a una pregunta; ejecutando una acción; asimilando una idea, o contestando recíprocamente con una pregunta ante el mensaje del emisor.

La conversación entre dos personas se produce a causa del mecanismo estímulo-respuesta, ya que la respuesta del receptor, suele ser estímulo para que el emisor siga comunicándose y se establezca un proceso comunicativo continuado.


LA CONVERSACIÓN Y EL DIÁLOGO ORAL

La forma más completa donde se expresa la integración verbal de un individuo en su comunidad, lo mismo que la mutua interacción del mecanismo estímulo-respuesta, es en la conversación.

La conversación es un intercambio comunicativo de ideas a través del contraste de criterios y opiniones diversas.
En la conversación se establece un clima de acercamiento mutuo entre los interlocutores, que permite la confrontación de opiniones de forma amigable. además se puede afirmar que es muy útil para el desarrollo intelectual de las personas ya que se practica un ejercicio mental y se ejercitan las facultades humanas de forma espontánea.

Cuando la conversación versa sobre un tema previsto de antemano y hay intención de intercambiar opiniones, se produce el diálogo que esel resultado de la concurrencia e interacción de varias opiniones con voluntad de llegar a unas conclusiones.

Tanto la conversación como el diálogo ofrecen las siguientes ventajas:

a) Facilita la expresión coherente de los propios razonamientos.
b) Ayuda a interpretar otros razonamientos.
c) Facilita el intercambio de opiniones e ideas que da una visión más amplia de los hechos.
d) Se descubre que las soluciones no son unilaterales, claras y evidentes, porque la verdad tiene muchas perspectivas.
e) Crea una capacidad de juicio más ponderado y equilibrado.
f) Potencia los lazos de solidaridad y de convivencia al poder expresar con confianza las propias opiniones y escuchar con respeto las ajenas.
g)Se desarrolla la seguridad de uno mismo y crece la personalidad.



Después de la lectura del proceso comunicativo lee el siguiente fragmento de Pedro Páramo y realiza lo siguiente en el cuaderno o folder:

a) Identifica todos los procesos de la comunicación que allí se dan, especificando quiénes son los emisores, quiénes los receptores y cuáles son los canales.

b) Escribe por lo menos cuatro mensajes que se dieron en el fragmento y específica quiénes fueron los interlocutores, es decir el emisor y el receptor de cada mensaje.

c) Específica con tus palabras que contexto se vivió en ese fragmento y explica con ejemplos de la lectura.

d) Escribe en un párrafo mínimo de 10 renglones de que trata el fragmento

e) Escribe tu opinión acerca de la lectura, mínimo dos párrafo, cada uno de cinco renglones.

f) Consulta la biografía de Juan Rulfo y escribela en el cuaderno con tu letra.

Juan Rulfo
PEDRO PÁRAMO
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dar gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
-Así lo haré, madre.
Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala. Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de la saponarias.
El camino subía y bajaba: "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja."
-¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
-Comala, señor.
-¿Está seguro de que ya es Comala?
-Seguro, señor.
-¿ Y por qué se ve esto tan triste?
-Son los tiempos, señor.
Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: "Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche." Y su voz era secreta, casi apagada, como si hablara consigo misma... Mi madre.
-¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber? -oí que me preguntaban.
-Voy a ver a mi padre contesté.
-¡Ah! - dijo él.
Y volvimos al silencio.
Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros. Los ojos reventados por el sopor del sueño, en la canícula de agosto.
-Bonita fiesta le va a armar -volví a oír la voz del que iba allí a mi lado-. Se pondrá contento de ver a alguien después de tantos años que nadie viene por aquí.
Luego añadió:
-Sea usted quien sea, se alegrará de verlo.
En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas. Y todavía más adelante, la más remota lejanía.
-¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?
-No lo conozco -le dije-. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.
-¡Ah!, vaya.
-Sí, así me dijeron que se llamaba.
Oí otra vez el "¡ah!" del arriero.
Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.
-¿A dónde va usted? -le pregunté.
-Voy para abajo, señor.
-¿Conoce un lugar llamado Comala?
-Para allá mismo voy.
Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de que lo seguía disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros.
-Yo también soy hijo de Pedro Páramo -me dijo.
Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo cuar, cuar, cuar.
Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.
-Hace calor aquí -dije.
-Sí, y esto no es nada me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.
-¿ Conoce usted a Pedro Páramo? - le pregunté.
Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.
-¿Quién es? -volví a preguntar.
-Un rencor vivo -me contestó él.
Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más adelante de nosotros, encarrerados por la bajada.
Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único que conocí de ella. Me lo había encontrado en el armario de la cocina, dentro de una cazuela llena de yerbas: hojas de toronjil, flores de Castilla, ramas de ruda. Desde entonces lo guardé. Era el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser.; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja, y en dirección del corazón tenía uno muy grande, donde bien podía caber el dedo del corazón.
Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera.
-Mire usted -me dice el arriero, deteniéndose- ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la Media Luna de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿ no ?
-No me acuerdo.
-¡Váyase mucho al carajo !
-¿Qué dice usted ?
-Que ya estamos llegando, señor.
-Sí, ya lo veo. ¿ Qué paso por aquí ?
-Un correcaminos, señor. Así les nombran a esos pájaros.
-No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado. Parece que no lo habitara nadie .
-No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.
-¿ Y Pedro Páramo ?
-Pedro Páramo murió hace muchos años.
Era la hora en que los niños juegan en las calles de todos los pueblos, llenando con sus gritos la tarde. Cuando aun las paredes negras reflejan la luz amarilla del sol.
Al menos eso había visto en Sayula, todavía ayer a esta misma hora. Y había visto también el vuelo de las palomas rompiendo el aire quieto, sacudiendo sus alas como si se desprendieran del día. Volaban y caían sobre los tejados, mientras los gritos de los niños revoloteaban y parecían teñirse de azul en el cielo del atardecer.
Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer.
Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿ Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba ? " La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted. "
Al cruzar una bocacalle vi una señora envuelta en su rebozo que desapareció como si no existiera. Después volvieron a moverse mis pasos y mis ojos siguieron asomándose al agujero de las puertas. Hasta que nuevamente la mujer del rebozo se cruzó frente a mí.
-¡Buenas noches! -me dijo.
La seguí con la mirada. Le grité:
-¿Dónde vive doña Eduviges?
Y ella señaló con el dedo:
-Allá. La casa que está junto al puente.
Me di cuenta que su voz estaba hecha de hebras humanas, que su boca tenía dientes y una lengua que se trababa y destrababa al hablar, y que sus ojos eran como todos los ojos de la gente que vive sobre la tierra.
Había oscurecido.
Volvió a darme las buenas noches. Y aunque no había niños jugando, ni palomas, ni tejados azules, sentí que el pueblo vivía. Y que si yo escuchaba solamente el silencio, era porque aún no estaba acostumbrado al silencio; tal vez porque mi cabeza venía llena de ruidos y de voces.
De voces, sí. Y aquí, donde el aire era escaso, se oían mejor. Se quedaban dentro de uno, pesadas. Me acordé de lo que me había dicho mi madre: "Allá me oirás mejor. Estaré más cerca de ti. Encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que la de mi muerte, si es que alguna vez la muerte ha tenido alguna voz." Mi madre. . . la viva.
Hubiera querido decirle: " Te equivocaste de domicilio. Me diste una dirección mal dada. Me mandaste al ¿dónde es esto y dónde es aquello? A un pueblo solitario. Buscando a alguien que no existe. "
Llegué a la casa del puente orientándome por el sonar del río. Toqué la puerta; pero en falso. Mi mano se sacudió en el aire como si el aire la hubiera abierto. Una mujer estaba allí. Me dijo:
-Pase usted. -Y entré.
Me había quedado en Comala. El arriero, que se siguió de filo, me informó todavía antes de despedirse:
-Yo voy más allá , donde se ve la trabazón de los cerros. Allá tengo mi casa. Si usted quiere venir, será bienvenido. Ahora que si quiere quedarse aquí, ahí se lo haiga;. Y me quedé. A eso venía.
-¿Dónde podré encontrar alojamiento? -le pregunté ya casi a gritos.
-Busque a doña Eduviges, si es que todavía vive. Dígale que va de mi parte.
-¿Y cómo se llama usted?
-Abundio -me contestó. Pero ya no alcancé a oír el apellido.
-Soy Eduviges Dyada. Pase usted.
Parecía que me hubiera estado esperando. Tenía todo dispuesto, según me dijo haciendo que la siguiera por una larga serie de cuartos oscuros, al parecer desolados. Pero no; porque, en cuanto me acostumbré a la oscuridad y al delgado hilo de luz que nos seguía, vi crecer sombras a ambos lados y sentí que íbamos caminando a través de un angosto pasillo abierto entre bultos.
-¿ Qué es lo que hay aquí? -pregunté.
-Tiliches -me dijo ella -. Tengo la casa toda entilichada. La escogieron para guardar sus muebles los que se fueron, y nadie ha regresado por ellos. Pero el cuarto que le he reservado está al fondo. Lo tengo siempre descombrado por si alguien viene. ¿ De modo que usted es hijo de ella?
-¿De quién ? -respondí.
-De Doloritas.
-Sí ¿pero cómo lo sabe?
-Ella me avisó que usted vendría. Y hoy precisamente. Que llegaría hoy.
-¿ Quién? ¿ Mi madre?
-Sí. Ella.
Yo no supe qué pensar. Ni ella me dejó en qué pensar:
-Éste es su cuarto -me dijo.
No tenía puertas, solamente aquélla por donde habíamos entrado. Encendió la vela y lo vi vacío.
-Aquí no hay dónde acostarse le dije.
-No se preocupe por eso. Usted ha de venir cansado y el sueño es muy buen colchón para el cansancio. Ya mañana le arreglaré su cama. Como usted sabe, no es fácil ajuarear las cosas en un dos por tres. Para eso hay que estar prevenido, y la madre de usted no me avisó sino hasta ahora.
-Mi madre -dije-, mi madre ya murió.
-Entonces ésa fue la causa de que su voz se oyera tan débil, como si hubiera tenido que atravesar una distancia muy larga para llegar hasta aquí. Ahora lo entiendo. ¿Y cuánto hace que murió?
-Hace ya siete días.
-Pobre de ella. Se ha de haber sentido abandonada. Nos hicimos la promesa de morir juntas. De irnos las dos para darnos ánimo una a la otra en el otro viaje, por si se necesitara, por si acaso encontráramos alguna dificultad. Éramos muy amigas. ¿Nunca le habló de mí?
-No, nunca.
-Me parece raro. Claro que entonces éramos unas chiquillas. Y ella estaba apenas recién casada. Pero nos queríamos mucho. Tu madre era tan bonita, tan, digamos, tan tierna, que daba gusto quererla. ¿De modo que me lleva ventaja, no? Pero ten la seguridad de que la alcanzaré. Sólo yo entiendo lo lejos que está el cielo de nosotros; pero conozco cómo acortar las veredas. Todo consiste en morir, Dios mediante, cuando uno quiera y no cuando Él lo disponga. O, si tú quieres, forzarlo a disponer antes de tiempo. Perdóname que te hable de tú; lo hago porque te considero como mi hijo. Sí, muchas veces dije: "El hijo de Dolores debió haber sido mío." Después te diré por qué. Lo único que quiero decirte ahora es que alcanzaré a tu madre en alguno de los caminos de la eternidad.
Yo creía que aquella mujer estaba loca. Luego ya no creí nada. Me sentí en un mundo lejano y me dejé arrastrar. Mi cuerpo, que parecía aflojarse, se doblaba ante todo, había soltado sus amarras y cualquiera podía jugar con él como si fuera de trapo.
-Estoy cansado -le dije.
-Ven a tomar antes algún bocado. Algo de algo. Cualquier cosa.
-Iré. Iré después.
El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba: plas, plas, y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. Ya se había ido la tormenta. Ahora de vez en cuando la brisa sacudía las ramas del granado haciéndolas chorrear una lluvia espesa, estampando la tierra con gotas brillantes que luego se empañaban. Las gallinas, engarruñadas, como si durmieran, sacudían de pronto sus alas y salían al patio, picoteando de prisa atrapando las lombrices desenterradas por la lluvia. Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras, irisaba todo de colores, se bebía el agua de la tierra, jugaba con el aire de la mañana. -¿Qué, tanto haces en el escusado, muchacho?
-Nada, mamá.
-Si sigues allí, va a salir una culebra y te va a morder.
-Si mamá.
"Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. 'Ayúdame, Susana'. Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. 'Suelta más hilo'.
"El aire nos hacía reír, juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, él pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra.
"Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío."
-Te he dicho que te salgas del escusado, muchacho.
-Sí, mamá. Ya voy.
"De ti me acordaba. Cuando tú estabas allí mirándome con tus ojos de aguamarina."
Alzó la vista y miró a su madre en la puerta.
-¿Por qué tardas tanto en salir? ¿Qué haces aquí?
-Estoy pensando.
-¿Y no puedes hacerlo en otra parte? Es dañoso estar mucho tiempo en el escusado. Además, debías de ocuparte en algo. ¿Por qué no vas con tu abuela a desgranar maíz?
-Ya voy, mamá. Ya voy.
-Abuela, vengo a ayudarte a desgranar maíz.
-Ya terminamos; pero vamos a hacer chocolate. ¿Dónde te habías metido? Todo el rato que duró la tormenta te anduvimos buscando.
-Estaba en el otro patio.
-¿Y qué estabas haciendo? ¿Rezando?
-No, abuela, solamente estaba viendo llover.
La abuela lo miró con aquellos ojos grises, medio amarillos, que ella tenía y que parecían adivinar lo que había dentro de uno.
-Vete, pues, a limpiar el molino.
" A centenares de metros, encima de todas las nubes, más, mucho más allá de todo, estás escondida tú, Susana. Escondida en la inmensidad de Dios, detrás de su Divina Providencia, donde yo no puedo alcanzarte ni verte y adonde no llegan mis palabras."
-Abuela, el molino no sirve, tiene el gusano roto.
-Esa Micaela ha de haber molido molcates en él. No se le quita esa mala costumbre; pero en fin, ya no tiene remedio.
-¿ Por qué no compramos otro? Éste ya de tan viejo ni servía.
-Dices bien. Aunque con los gastos que hicimos para enterrar a tu abuelo y los diezmos que le hemos pagado a la Iglesia nos hemos quedado sin un centavo. Sin embargo, haremos un sacrificio y compraremos otro. Sería bueno que fueras a ver a doña Inés Villalpando y le pidieras que nos lo fiara para octubre. Se lo pagaremos en las cosechas.
-Si, abuela.
-Y de paso, para que hagas el mandado completo, dile que nos empreste un cernidor y una podadera; con lo crecidas que están las matas ya mero se nos meten en las trasijaderas. Si yo tuviera mi casa grande, con aquellos grandes corrales que tenía, no me estaría quejando. Pero tu abuelo le jerró con venirse aquí. Todo sea por Dios: nunca han de salir las cosas como uno quiere. Dile a doña Inés que le pagaremos en las cosechas todo lo que le debemos.
-Si, abuela.
Había chuparrosas. Era la época. Se oía el zumbido de sus alas entre las flores del jazmín, que se caía de flores.
Se dio una vuelta por la repisa del Sagrado Corazón y encontró veinticuatro centavos. Dejó los cuatro centavos y tomó el veinte.
Antes de salir, su madre lo detuvo:
-¿Adónde vas?
-Con doña Inés Villalpando por un molino nuevo. El que teníamos se quebró.
-Dile que te dé un metro de tafeta negra, como ésta -y le dio la muestra-. Que lo cargue en nuestra cuenta.
-Muy bien, mamá.
-A tu regreso cómprame unas cafiaspirinas. En la maceta del pasillo encontrarás dinero.
Encontró un peso. Dejó el veinte y agarró el peso.
"Ahora me sobrará dinero para lo que se ofrezca", pensó.
-¡Pedro! -le gritaron-. ¡Pedro!
Pero él ya no oyó. Iba muy lejos.
Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotar del agua durante largo rato: luego se ha de haber dormido, porque cuando despertó sólo se oía una llovizna callada. Los vidrios de la ventana estaban opacos, y del otro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas. "Miraba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada que respiraba suspiraba, y cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana.
"La lluvia se convertía en brisa. Oyó: "El perdón de los pecados y la resurrección de la carne. Amén." Eso era acá adentro, donde unas mujeres rezaban el final del rosario. Se levantaban; encerraban los pájaros; atrancaban la puerta; apagaban la luz.
Sólo quedaba la luz de la noche, el siseo de la lluvia como un murmullo de grillos...
-¿Por qué no has ido a rezar el rosario? Estamos en el novenario de tu abuelo.
Allí estaba su madre en el umbral de la puerta, con una vela en la mano. Su sombra descorrida hacía el techo, larga, desdoblada. Y las vigas del techo la devolvían en pedazos, despedazada.
-Me siento triste -dijo.
Entonces ella se dio vuelta. Apagó la llama de la vela. Cerró la puerta y abrió sus sollozos, que se siguieron oyendo confundidos con la lluvia.
El reloj de la iglesia dio las horas, una tras otra, una tras otra, como si se hubiera encogido el tiempo.
-Pues sí, yo estuve a punto de ser tu madre. ¿Nunca te platicó ella nada de esto?
-No. Sólo me contaba cosas buenas. De usted vine a saber por el arriero que me trajo hasta aquí un tal Abundio.
-El bueno de Abundio. ¿Así que todavía me recuerda? Yo le daba sus propinas por cada pasajero que encaminara a mi casa. Y a los dos nos iba bien. Ahora, desventuradamente, los tiempos han cambiado, pues desde que esto está empobrecido ya nadie se comunica con nosotros. ¿De modo que él te recomendó que vinieras a verme?
-Me encargó que la buscara.
-No puedo; menos que agradecérselo. Fue buen hombre y muy cumplido. Era quien nos acarreaba el correo, y lo siguió haciendo todavía después que se quedó sordo. Me acuerdo del desventurado día que le sucedió su desgracia. Todos nos conmovimos porque todos lo queríamos. Nos llevaba y traía cartas. Nos contaba cómo andaban las cosas allá del otro lado del mundo, y seguramente a ellos les contaba cómo andábamos nosotros. Era un gran platicador. Después ya no. Dejó de hablar. Decía que no tenía sentido ponerse a decir cosas que él no oía, que no le sonaban a nada, a las que no les encontraba ningún sabor. Todo sucedió a raíz de que le tronó muy cerca de la cabeza uno de esos cohetones que usamos aquí para espantar las culebras de agua. Desde entonces enmudeció, aunque no era mudo; pero, eso sí, no se le acabó lo buena gente.
-Este de que le hablo oía bien.
-No debe ser él. Además, Abundio ya murió. Debe haber muerto seguramente. ¿ Te das cuenta? Así que no puede ser él.
-Estoy de acuerdo con usted.
-Bueno, volviendo a tu madre, te iba diciendo. . .
Sin dejar de oírla, me puse a mirar a la mujer que tenía frente a mí. Pensé que debía haber pasado por años difíciles. Su cara se transparentaba, como si no tuviera sangre, y sus manos estaban marchitas; marchitas y apretadas de arrugas. No se le veían los ojos. Llevaba un vestido blanco muy antiguo, recargado de holanes, y del cuello, enhilada en un cordón, le colgaba una María Santísima del Refugio con un letrero que decía: "Refugio de pecadores."
-. . .Ese sujeto de que te estoy hablando trabajaba como "amansador" en la Media Luna; decía llamarse Inocencio Osorio. Aunque todos lo conocíamos por el mal nombre del Saltaperico por ser muy liviano y ágil para los brincos. Mi compadre Pedro decía que estaba que ni mandado a hacer para amansar potrillos; pero lo cierto es que él tenía otro oficio: el de "provocador". Era provocador de sueños. Eso es lo que era verdaderamente. Y a tu madre la enredó como lo hacía con muchas. Entre otras, conmigo. Una vez que me sentí enferma se presentó y me dijo: "Te vengo a pulsear para que te alivies." Y todo aquello consistía en que se soltaba sobándola a una, primero en las yemas de los dedos, luego restregando las manos; después los brazos, y acababa metiéndose con las piernas de una, en frío, así que aquello al cabo de un rato producía calentura. Y, mientras maniobraba, te hablaba de tu futuro. Se ponía en trance, remolineaba los ojos invocando y maldiciendo; llenándote de escupitajos como hacen los gitanos. A veces se quedaba en cueros porque decía que ése era nuestro deseo. Y a veces le atinaba; picaba por tantos lados que con alguno tenía que dar.
"La cosa es que el tal Osorio le pronosticó a tu madre, cuando fue a verlo, que 'esa noche no debía repegarse a ningún hombre porque estaba brava la luna'.
"Dolores fue a decirme toda apurada que no podía. Que simplemente se le hacía imposible acostarse esa noche con Pedro Páramo. Era su noche de bodas. y ahí me tienes a mí tratando de convencerla de que no se creyera del Osorio, que por otra parte era un embaucador embustero.
"-No puedo -me dijo-. Anda tú por mí. No lo notará.
"Claro que yo era mucho más joven que ella. Y un poco menos morena; pero esto ni se nota en lo oscuro.
"-No puede ser. Dolores, tienes que ir tú.
"-Hazme ese favor. Te lo pagaré con otros.
"Tu madre en ese tiempo era una muchachita de ojos humildes. Si algo tenía bonito tu madre, eran los ojos. Y sabían convencer.
"-Ve tú en mi lugar -me decía.
"Y fui.
" Me valí de la oscuridad y de otra cosa que ella no sabía: y es que a mí también me gustaba Pedro Páramo.
"Me acosté con él, con gusto, con ganas. Me atrinchilé a su cuerpo; pero el jolgorio del día anterior lo había dejado rendido, así que se pasó la noche roncando. Todo lo que hizo fue entreverar sus piernas entre mis piernas.
"Antes que amaneciera me levanté y fui a ver a Dolores. Le dije:
"-Ahora anda tú. Éste es ya otro día.
"-¿Qué te hizo? -me preguntó.
"-Todavía no lo sé -le contesté.
"Al año siguiente naciste tú; pero no de mí, aunque estuvo en un pelo que así fuera.
"Quizá tu madre no te contó esto por vergüenza.
". . .Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos. el color de la tierra, el olor de la alfalfa y del pan. Un pueblo que huele a miel derramada..."
"Ella siempre odió a Pedro Páramo. '¡Doloritas! ¿Ya ordenó que me preparen el desayuno?' Y tu madre se levanta antes del amanecer. Prendía el nixtenco. Los gatos se despertaban con el olor de la lumbre. Y ella iba de aquí para allá, seguida por el rondín de gatos. '¡Doña Doloritas!´
"¿Cuántas veces oyó tu madre aquel llamado? 'Doña Doloritas', esto está frío. Esto no sirve. ¿Cuántas veces? Y aunque estaba acostumbrada a pasar lo peor, sus ojos humildes se endurecieron.
"...No sentir otro sabor sino el del azahar de los naranjos en la tibieza del tiempo."
"Entonces comenzó a suspirar.
"-¿Por qué suspira usted, Doloritas?
"Yo lo había acompañado esa tarde. Está en mitad del campo mirando pasar las parvadas de los tordos. Un zopilote solitario se mecía en el cielo.
"-¿Por qué suspira usted, Doloritas?
"-Quisiera ser zopilote para volar a donde vive mi hermana.
"-No faltaba más, doña Doloritas. Ahora mismo irá usted a ver a su hermana. Regresemos. Que le preparen sus maletas. No faltaba más.
"Y tu madre se fue:
"-Hasta luego, don Pedro.
"-¡Adiós!, Doloritas.
"Se fue de la Media Luna para siempre.
"Yo le pregunté muchos meses después a Pedro Páramo por ella.
"-Quería más a su hermana que a mí. Allá debe estar a gusto. Además ya me tenía enfadado. No pienso inquirir por ella, si es eso lo que te preocupa.
"-¿Pero de qué vivirán?
"-Que Dios los asista.
". . . El abandono en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro"
"Y así hasta ahora que ella me avisó que vendrías a verme, no volvimos a saber más de ella."
-La de cosas que han pasado -le dije-. Vivíamos en Colima arrimados a la tía Gertrudis, que nos echaba en cara nuestra carga. "-¿Por qué no regresas con tu marido?", le decía a mi madre.
"-¿Acaso él ha enviado por mí? No me voy si él no me llama. Vine porque te quería ver. Porque te quería, por eso vine.
"-Lo comprendo. Pero ya va siendo hora de que te vayas.
"-Si consistiera en mí."
Pensé que aquella mujer me estaba oyendo; pero noté que tenía borneada la cabeza como si escuchara algún rumor lejano. Luego dijo:
-¿Cuándo descansarás?
"El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo; Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: 'Lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él'. Pensé: 'No regresará jamás; no volverá nunca.'"
-¿Qué haces aquí a estas horas? ¿No estás trabajando?
-No, abuela. Rogelio quiere que le cuide al niño. Me paso paseándolo. Cuesta trabajo atender las dos cosas: al niño y el telégrafo, mientras que él se vive tomando cervezas en el billar. Además no me paga nada.
-No estás allí para ganar dinero, sino para aprender cuando ya sepas algo, entonces podrás ser exigente. Por ahora eres sólo un aprendiz; quizá mañana o pasado llegues a ser tú el jefe. Pero para eso se necesita paciencia y, más que nada, humildad. Si te ponen a pasear al niño, hazlo, por el amor de Dios. Es necesario que te resignes.
-Que se resignen otros, abuela, yo no estoy para resignaciones.
-¡Tú y tus rarezas! Siento que te va a ir mal, Pedro Páramo.
-¿Qué es lo que pasa, doña Eduviges?
Ella sacudió la cabeza como si despertara de un sueño.
-Es el caballo de Miguel Páramo, que galopa por el camino de la Media Luna.
-¿Entonces vive alguien en la Media Luna?
-No, allí no vive nadie.
-¿Entonces?
-Solamente es el caballo que va y viene. Ellos eran inseparables. Corre por todas partes buscándolo y siempre regresa a estas horas. Quizá el pobre no puede con su remordimiento. Cómo hasta los animales se dan cuenta de cuando cometen un crimen, ¿no?
-No entiendo. Ni he oído ningún ruido de ningún caballo.
-¿No?
-No
-Entonces es cosa de mi sexto sentido. Un don que Dios me dio; o tal vez sea una maldición. Sólo yo sé lo que he sufrido a causa de esto.
Guardó silencio un rato y luego añadió:
-Todo comenzó con Miguel Páramo. Sólo yo supe lo que le había pasado la noche que murió . Estaba yo acostada cuando oí regresar su caballo rumbo a la Media Luna. Me extrañó porque nunca volvía a esas horas. Siempre lo hacía entrada la madrugada. Iba a platicar con su novia a un pueblo llamado Contla, algo lejos de aquí. Salía temprano y tardaba en volver. Pero esa noche no regresó. . . ¿Lo oyes ahora? Está claro que se oye. Viene de regreso.
-No oigo nada
-Entonces es cosa mía. Bueno, como te estaba diciendo, eso de que no regresó es un puro decir. No había acabado de pasar su caballo cuando sentí que me tocaban por la ventana. Ve tú a saber si fue ilusión mía. Lo cierto es que algo me obligó a ir a ver quién era. Y era él, Miguel Páramo. No me extrañó verlo, pues hubo un tiempo que se pasaba las noches en mi casa durmiendo conmigo, hasta que encontró esa muchacha que le sorbió los sesos.
"-¿Que pasó? -le dije a Miguel Páramo-. ¿Te dieron calabazas?"
"-No. Ella me sigue queriendo -me dijo-. Lo que sucede es que yo no pude dar con ella. Se me perdió el pueblo. Había mucha neblina o humo o no sé qué; pero sí sé que Contla no existe. Fui más allá según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo a contártelo a ti, porque tú me comprendes. Si se lo dijera a los demás de Comala dirían que estoy loco, como siempre han dicho que lo estoy."
"-No. Loco no, Miguel. Debes estar muerto. Acuérdate que te dijeron que ese caballo te iba a matar algún día. Acuérdate, Miguel Páramo. Tal vez te pusiste a hacer locuras y eso ya es otra cosa.
-Sólo brinqué el lienzo de piedra que últimamente mandó poner mi padre. Hice que el Colorado lo brincara para no ir a dar ese rodeo tan largo que hay que hacer ahora para encontrar el camino. Sé que lo brinqué y después seguí corriendo; pero, como te digo, no había más que humo y humo y humo."
"-Mañana tu padre se torcerá de dolor -le dije-. Lo siento por él. Ahora vete y descansa en paz, Miguel. Te agradezco que hayas venido a despedirte de mí.
"Y. cerré la ventana. Antes de que amaneciera un mozo de la Media Luna vino a decir: -E1 patrón don Pedro le suplica. E1 niño Miguel ha muerto. Le suplica su compañía.
"-Ya lo sé -le dije-. ¿Te pidieron que lloraras?
"-Si, don Fulgor me dijo que se lo dijera llorando.
"-Está bien. Dile a don Pedro que allá iré. ¿Hace mucho que lo trajeron?
"-No hace ni media hora. De ser antes, tal vez se hubiera salvado. Aunque, según el doctor que lo palpó, ya estaba frío desde tiempo atrás. Lo supimos porque el Colorado volvió solo y se puso tan inquieto que no dejó dormir a nadie. Usted sabe cómo se querían él y el caballo, y hasta estoy por creer que el animal sufre más que don Pedro. No ha comido ni dormido y nomás se vuelve un puro corretear. Como que sabe, ¿sabe usted? Como que se siente despedazado y carcomido por dentro.
"- No se te olvide cerrar la puerta cuando te vayas.
"Y el mozo de la Media Luna se fue."
-¿Has oído alguna vez el quejido de un muerto? - me pregunté a mí.
-No, doña Eduviges.
-Más te vale.
En el hidrante las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, el agua clara caer sobre el cántaro. Uno oye. Oye rumores; pies que raspan el suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sin cesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre un suelo mojado.
"¡Despierta!", le dicen.
Reconoce el sonido de la voz. Trata de adivinar quién es; pero el cuerpo se afloja y cae adormecido, aplastado por el peso del sueño. Unas manos estiran las cobijas prendiéndose de ellas, y debajo de su calor el cuerpo se esconde buscando la paz.
"¡Despiértate!", vuelven a decir.
La voz sacude los hombros. Hace enderezar el cuerpo. Entreabre los ojos. Se oyen las gotas de agua que caen del hidrante sobre el cántaro raso. Se oyen pasos que se arrastran. . . Y el llanto.
Entonces oyó el llanto. Eso lo despertó: un llanto suave, delgado, que quizá por delgado pudo traspasar la maraña del sueño, llegando hasta el lugar donde anidan los sobresaltos.
Se levantó despacio y vio la cara de una mujer recostada contra el marco de la puerta, oscurecida todavía por la noche, sollozando.
-¿Por qué lloras, mamá? -preguntó, pues en cuanto puso los pies en el suelo reconoció el rostro de su madre.
-Tu padre ha muerto -le dijo.
Y luego, como si se le hubieran soltado los resortes de su pena, se dio vuelta sobre sí misma una y otra vez , una y otra vez, hasta que una manos llegaron hasta sus hombros y lograron detener el rebullir de su cuerpo.
Por la puerta se veía el amanecer en el cielo. No había estrellas. Sólo un cielo plomizo, gris aún no aclarado por la luminosidad del sol. Una luz parda, no como si fuera a comenzar el día, sino como si apenas estuviera llegando el principio de la noche.
Afuera, en el patio, los pasos, como de gente que ronda. Ruidos callados. Y aquí, aquella mujer, de pie en el umbral; su cuerpo impidiendo la llegada del día; dejando asomar, a través de sus brazos, retazos de cielo, y debajo de sus pies regueros de luz; una luz asperjada como si el suelo debajo de ella estuviera anegando en lágrimas. Y después el sollozo. Otra vez el llanto suave pero agudo, y la pena haciendo retorcer su cuerpo.
-Han matado a tu padre.
-¿Y a ti quién te mató, madre?
"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces . . . Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar.
"Pero no para ti, Miguel Páramo, que has muerto sin perdón y no alcanzarás ninguna gracia.
"El padre Rentería dio vuelta al cuerpo y entregó la misa al pasado. Se dio prisa por terminar pronto y salió sin dar la bendición final a aquella gente que llenaba la iglesia.
-¡Padre, queremos que nos lo bendiga!
-¡No! - dijo moviendo negativamente la cabeza. No lo haré. Fue un mal hombre y no entrará al Reino de los Cielos. Dios me tomará mal que interceda por él.
Lo decía, mientras trataba de retener sus manos para que no enseñaran su temblor. Pero fue.
Aquel cadáver pesaba mucho en el ánimo de todos. Estaba sobre una tarima, en medio de la iglesia, rodeado de cirios nuevos, de flores, de un padre que estaba detrás de él, solo, esperando que terminara la velación.
El padre Rentería pasó junto a Pedro Páramo procurando no rozarle los hombros. Levantó el hisopo con ademanes suaves y roció el agua bendita de arriba abajo, mientras salía de su boca un murmullo, que podía ser de oraciones. Después se arrodilló y todo el mundo se arrodilló con él:
-Ten piedad de tu siervo, Señor.
-Que descanse en paz, amén -contestaron las voces.
Y cuando empezaba a llenarse nuevamente de cólera, vio que todos abandonaban la iglesia llevándose el cadáver de Miguel Páramo.
Pedro Páramo se acercó, arrodillándose a su lado:
-Yo sé que usted lo odiaba, padre. Y con razón. El asesinato de su hermano, que según rumores fue cometido por mi hijo, el caso de su sobrina Ana, violada por él según el juicio de usted; las ofensas y falta de respeto que le tuvo en ocasiones, son motivos que cualquiera puede admitir. Pero olvídese ahora, padre. Considérelo y perdónelo como quizá Dios lo haya perdonado.
Puso sobre el reclinatorio un puño de monedas de oro y se levantó:
-Reciba eso como una limosna para su iglesia.
La iglesia estaba ya vacía. Dos hombres esperaban en la puerta a Pedro Páramo, quien se juntó con ellos, y juntos siguieron el féretro que aguardaba descansando sobre los hombros de cuatro caporales de la Media Luna. El padre Rentería recogió las monedas una por una y se acercó al altar.
-Son tuyas -dijo-. Él puede comprar la salvación. Tú sabes si éste es el precio. En cuanto a mí, Señor, me pongo ante tus plantas para pedirle lo justo o lo injusto, que todo nos es dado pedir ...
 Por mí condénalo, Señor.
Y cerró el sagrario.
Entró en la sacristía, se echó en un rincón, y allí lloró de pena y de tristeza hasta agotar sus lágrimas.
-Está bien, Señor, tú ganas -dijo después.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA COMUNICACIÓN

Es la transmisión de un mensaje de un emisor a un receptor a través de un canal, usando un determinado código, se caracteriza por su claridad, concisión, coherencia sencillez y naturalidad.         

Los seres humanos nos comunicamos a través de diferentes medios y se define como el proceso mediante el cual se transmite información. Los procesos de comunicación son interacciones mediadas por signos entre al menos dos agentes que comparten un mismo repertorio de signos.

Tradicionalmente, la comunicación se ha definido como "el intercambio de sentimientos, opiniones, o cualquier otro tipo de información mediante habla, escritura u otro tipo de señales". Todas las formas de comunicación requieren un emisor, un mensaje y un receptor destinado, pero el receptor no necesita estar presente ni consciente del intento comunicativo por parte del emisor para que el acto de comunicación se realice.
 En el proceso comunicativo, la información es incluida por el emisor en un paquete y canalizada hacia el receptor a través del medio. Una vez recibido, el receptor decodifica el mensaje y proporciona una respuesta.

La comunicación se manifiesta a través del lenguaje que puede ser:




ORAL

Producción verbal



ESCRITA

Producción escrita



GESTUAL

Acciones corporales y faciales






ICÓNICO
Contenido de las artes visuales, imágenes, gráficos, signos y símbolos.









Además utiliza diferentes medios de comunicación como:
La prensa escrita, la radio, el teléfono, la televisión, la internet, el móvil. 








A partir de esta información ingresa al siguiente link y encontrarás lo que nos puede brindar los medios de comunicación
http://www.youtube.com/watch?v=xV5HygAKBaA

jueves, 25 de noviembre de 2010

HISTORIA DE KI

AMIGOS POR SIEMPRE
AL ACECHO (páginas 46 a la 61)

A partir de la lectura de este capítulo resuelve las siguientes preguntas en la parte de comentarios y publícalo en el blog, sino responde en tu folder. Recuerda que es individual. 



1. En este capítulo, explica con tus palabras el siguiente párrafo: "A Amigo Grande se le había agrandado el corazón y estaba a punto de sucumbir al desespero. Muchos espíritus lo visitaron. Ninguno era el de su padre. Muchos amigos lo seguían, pero ninguno tenía la medida del corazón que él quería. Sabía, en su interior se lo decían, que vendría a él un amigo. Lo que no le decían a Amigo Grande, era que los espíritus oscuros desatados por su hermano Nube Gris, estaban invadiendo la ciudad y lo buscaban"

2. Según el contexto, escribe el significado de las siguientes frases:

a) "hábiles zapadores que horadan la tierra"

b) "cavilando entre cada pisada"

c) "Le palpaban los harapos y recogían de su sucia vestimenta hojas secas"

d) "El hombre, entonces, enrumbó sus pasos con seguridad"

3. Escribe brevemente de qué trata este capítulo.



martes, 23 de noviembre de 2010

ARTÍCULO DE OPINIÓN

El artículo de opinión 

es un texto periodístico que manifiesta el sentir o el pensar de una determinada persona acerca de un asunto que despierta el interés de la opinión pública




Entre sus principales características se destaca el lenguaje ameno, es decir, debe ser agradable y llamativo, ya que pretende captar la atención de quienes leen y, posteriormente, su aceptación.










A continuación encontrarás algunas pautas para elaborar un artículo de opinión


a) Piensa un hecho que consideres importante.     


b) Deja reflejar tu postura o tu opinión ante el hecho que estás pensando.


c) Utiliza un lenguaje expresivo, creativo, llamativo y personal.


d) Piensa en un título original y firma con tu nombre o con tu seudónimo, sino quieres ser reconocido.




A continuación vemos un ejemplo de un artículo escrito para la sección de opiniones / editoriales de un periódico. Estas secciones contienen artículos escritos por expertos en diversos campos y ofrecen puntos de vistas sobre temas de actualidad.







Soluciones comunitarias para los niños


Por [Su mensajero local aquí]
Los padres son los primeros maestros de los niños pero no son los únicos. Las niñeras, maestros, doctores, vecinos, entrenadores atléticos y los abuelos también tienen influencia sobre los niños. Casi todos los aspectos de desarrollo de los niños jóvenes están afectados por la calidad y estabilidad de las relaciones que tienen ellos con los adultos en su vida. Los niños aprenden mucho durante sus primeros años de vida. Aprenden a respetar a otros, lo que es bueno y malo y como llevarse bien con los demás. Todas las personas que entran en contacto con los niños pueden fortalecer su aprendizaje e influenciar su desarrollo a largo plazo.
Un niño que se encuentra en un entorno de experiencias estimulantes y con relaciones estables se convertirá en un adulto bondadoso y seguro de si mismo y se podrá incorporar de lleno a la sociedad. Pero si el niño está rodeado de violencia o se le priva de estímulos emocionales o intelectuales será más difícil convertirse en un adulto exitoso. Como miembros de la comunidad debemos hacernos esta pregunta: ¿Estamos brindando el tipo de entorno que permitirá que nuestros jóvenes se conviertan en ciudadanos productivos que ayudarán a progresar a la comunidad?
Imaginese llegar a su casa con su bebé recién-nacido y no tener a sus familiares cerca ni tampoco conocer bien a sus vecinos. Piense que estas tensiones se incrementan pues además tiene problemas de dinero y su trabajo está en peligro. Estas preocupaciones pueden agobiar hasta los padres más cariñosos y la tristeza y el desespero pueden ser la causa que los padres descuiden a sus hijos. El aislamiento social suele ser común con padres nuevos que muchas veces están tratando de cuidar a sus bebés y trabajar a la misma vez. Pero esto no tiene que suceder.
Algunas comunidades están desarrollando enlaces para unir a los vecinos con el fin de impedir estos problemas antes de que surjan. Se están creando grupos de juego para nuevas familias en los centros comunitarios, bibliotecas locales o escuelas. En estos grupos los padres conocen a otros padres que están pasando por las mismas situaciones y tienen la oportunidad de establecer lazos que pueden convertirse en buenas amistades y fuentes de apoyo mutuo. Otras comunidades están trabajando con profesionales de la salud para que visiten a los padres en sus casas con el fin de facilitar el ajuste a ser padres y establecer vínculos con la comunidad. Las comunidades pueden apoyar a las familias de muchas maneras incluyendo con asistencia económica, lugares seguros para que los niños jueguen y mejores viviendas.
Los niños progresan cuando sus padres progresan. Y los padres progresan si viven en comunidades que ofrecen apoyo a las familias. Todos podemos jugar un papel positivo.





Después de leer el ejemplo anterior, realiza un artículo de opinión a partir de la lectura de la primera parte del libro "Historia de Ki"  de Raúl Sánchez Acosta (plan lector). De la página 11 a la 47. Mínimo una página. En el folder de cada uno, es decir, individual.